viernes, 31 de mayo de 2013

[Sexear] Fantasías

¿Quién no ha visto la imagen de la mujer que se va a la cama y antes de dormir crea una lista interminable de cosas imaginando lo que hará mañana?, ¿o algún sueño que es tan extraño que no nos atreveríamos a contar?, ¿o aquel que sólo dice “soñé contigo”, sea lo que sea que signifique? Pues esos sueños y fantasías son nuestros y de nadie más.

Culpa, culpa, culpa. La gran ventaja de nuestros sueños y fantasías es que nadie lo sabe a menos que nosotros decidamos compartirlo, somos libres. Ahí no podemos ser juzgados,  somos libres de imaginar lo que deseamos, lo que no; lo que nos gusta, lo que no; lo que queremos, lo que no. Las fantasías son parte del descubrimiento de la persona, del “quién soy”, de hecho son una fase del desarrollo de la identidad sexual que comienza entre los 10 y los 14 años de edad (Monroy, A., 2002). En Colombia, en un estudio (Arias, L., 2011) realizado con universitarios se encontró que 72.8% dice tener fantasías al practicar la masturbación.

El erotismo es parte esencial de la sexualidad, es parte de la definición integral de sexualidad de la OMS. Este puede referir, entre otras conductas, a las fantasías sexuales. Dicen los sexólogos que trabajan el tema que las fantasías sexuales son sinónimo de estar bien, menos estresado; ya que quien se siente culpable, o está demasiado estresado por el trabajo, la casa, la escuela, etc., tendrá más dificultades a la hora de fantasear. Incluso una mujer que no tiene fantasías sexuales, que no puede pensarlas, o que le causan angustia, podría sufrir de un trastorno sexual, llamado deseo sexual hipoactivo. Violar las normas de las conductas sexuales, que la sociedad califica como aceptables o correctas, genera culpa. ¿Qué tan grandes serán las culpas de quienes vivimos en una sociedad que se dedica a juzgar?

Existen escalas para medir las actitudes positivas y negativas hacia las fantasías sexuales, como la Escala de Fantasías Sexuales de Hurlbert (1993). Un estudio (Sierra, JC y cols. 2011) realizado con jóvenes en El Salvador, mostró que las mujeres tiene más culpabilidad sexual que los hombres, tristemente no parece sorprender el resultado, que como ellos indican se encuentra también en estudios con jóvenes españoles. En este estudio se encontró que a estos jóvenes,  las fantasías son lo que mayor culpa les produce en cuanto a actitudes sexuales. En los estudios sobre la culpabilidad, incluyendo el realizado en Universidad de Manizales (Constanza-Cañon, S., 2011), se relaciona mayor culpabilidad al tener fantasías sexuales y menor número de fantasías con mayor práctica religiosa.

No debemos dejar de tomar en cuenta que las fantasías son sólo eso, fantasías, hay muchas de ellas que ni siquiera se desearían llevar a la realidad o que perderían su fuerza… generalmente una fantasía no representa el deseo de volverla realidad. Muchos de los estudios sobre fantasías sexuales son sobre el porcentaje de personas que fantasea durante la relación sexual con otra persona que no sea su pareja: fantasear no es ser infiel. Tener fantasías sexuales con otras personas no es determinante de la infidelidad. Lee Ellis y cols. (2005) encontraron, en una muestra con 8000 jóvenes universitarios de Estados Unidos y Canadá, que alrededor del 10% tenía fantasías con personas que eran de su mismo sexo, de los cuales más del 80% se declaraba heterosexual.

Siempre debe tomarse en cuenta que las fantasías sexuales, como otros comportamientos, son saludables mientras no se vuelvan comportamientos obsesivos que intervengan o influyan negativamente en nuestra vida diaria.


Las fantasías pueden ser compartidas con la pareja, tú decides qué compartes y cómo lo haces. Muchos sexólogos recomiendan compartir fantasías para mejorar la vida sexual en pareja o simplemente para mejorar la confianza y la comunicación. Siempre piensa en qué tipo de pareja tienes actualmente, si es una pareja a largo plazo, si hay la confianza, si es algo pasajero, si han formado lazos de comunicación necesarios para éste y todos los grandes temas de la vida.

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